Sunday, July 18, 2010

La última copa y nos vamos.


Son las 11:17 de la noche de un domingo (que es el equivalente a un lunes cristiano para el calendario israeli) y las calles están repletas de gente. Niños, jóvenes y adultos pasándola bien.
No importa si mañana se tiene que trabajar, tampoco hay que preocuparse por la inseguridad.
Caminando por la calle de Rothschild, me viene al mente lo que un amigo me dijo mientras tomábamos unas copas en un bar en el Namal (el puerto de esta ciudad): "Nueva York no es la ciudad que nunca duerme: la verdadera ciudad que nunca duerme es Tel Aviv. Cuando fui a Nueva York me aburría, eran las tres de la mañana de un martes y todo estaba cerrado". 
En Tel Aviv todos y cada unos de los días de la semana se sale; cada uno de los vecindarios de esta pequeña ciudad tiene un cantidad de bares, discos y restaurantes completamente diferentes los unos de los otros.  Hay de todo para todos: fresas, bohemios, indie y demás. 
Me detengo un momento: ¿Porqué se me hace tan raro que la gente camine en la calle de su ciudad cuando cae la noche? ¿No debería de ser así la cotidianidad en cualquier lugar? A lo mejor la Ciudad de México ya me mal acostumbró (en todo el sentido de la palabra) a pensar en la noche como algo prohibido y peligroso. A lo mejor la inseguridad es algo que nos rebasa, a lo mejor tiene una especie de inercia incontrolable e inhumana que no se puede detener. 
Mañana tomo un vuelo de regreso a la Ciudad.  Para prepararme mentalmente,  me inmerso un rato en la cotidianidad mexicana. Leo el periódico por el internet: "Sicarios matan a 17 personas y dejan heridas a 18 en una fiesta en el norte mexicano."


No quiero regresar. 

1 comment:

  1. Quédate, conocí Israel y me gustó, Jerusalem y Tel Aviv son los lugares que más me gustaron, podría vivir allá, creo

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