Thursday, July 29, 2010

Martes, 29 de Junio

Martes 29 de Junio, 2010
4:14pm- Catedral de la Ciudad de México

Tengo que visitar este lugar cada dos meses. Estar aquí adentro, rodeado por la imponente estructura europea,   me brinda una cierta paz y tranquilidad.

Este edificio lleva más de 400 años aquí, se construyó por españoles en un estado de letargo (inducido por las reacciones químicas del pantano).

Los efectos de esos químicos siguen presentes:  Tenochtitlán sigue siendo un lugar sagrado, no conoce el pasar del tiempo ni lo conocerá. 

Como en cualquier otro lugar sagrado, aquí se guarda silencio. Los gritos de dolor y angustia causados por el desgarre de un mundo que se está deshilachando pueden esperar, lo importante es callarse y rezar.   

Me pongo a pensar: ¿Es La Catedral  una bomba de agua que distribuye la sangre de Jesus a todas y cada una de las casas del país? ¿O es mas bien una columna sobre la cual se apoya la plataforma sublunar  llamada Distrito Federal?

(A través de las  paredes, el pulso de 25 millones de corazones latiendo en unísono, todos flotando en órbitas elípticas alrededor de éste epicentro celestial.) 

Yo no participo en este orden. 
Soy ajeno a él. 
De entrada (y por encima de todo lo demás). 
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(Transición de escena)
Últimamente he caminado las calles de la Ciudad de México bajo la influencia de una especie de letargo melancólico. Atravieso las calles del centro sin dirección ni rumbo: camino y camino en búsqueda de una aventura de cualquier tipo. Me siento cansado, agotado. Quiero salir, conocer más.

Al entregar mi tesis me quedó una especie de vació post-partum, ahora lleno página tras página de mi Moleskin tratando de usar mis propias palabras como brújulas para volver a aprender a caminar.

No tengo calendario. (Los pendientes se añaden a mi lista) 
No tengo "visión a largo plazo". (Mis lentes están empañados todo el día)
No tengo "un plan". (Como todos los demás)

Y es que, me siento expuesto, no encuentro mi lugar.
Y México es demasiado católico (las vírgenes y los santos me acechan por las noche en la forma de mensajes de Facebook)
¿La Condesa? Demasiado "trendy", 
¿y la Facultad de Filosofía?un hoyo negro, 
una burbuja de pseudo-intelectuales  que no pueden superar su adolescencia. (Me incluyo en el grup).

¿Qué necesito para liberarme de este sentimiento?
A lo mejor un viaje a Polonia renovará mi sensibilidad ancestral.
A lo mejor es tiempo de volverse ortodoxo, de encontrar  a Dios por medio de  una vida seria (ser un mench, como todos los demás).
A lo mejor tengo que volverme  empresario, tener debajo de mi a chalanes que me carguen de un lugar a otro lugar.

 A lo mejor solo necesito dejar de pensar. 

No sé qué tiene  la Catedral de México que me atrae tanto, lo único que sé es que es un lugar que tengo que visitar por lo menos una vez cada dos meses. El tiempo aquí se detiene, revelando su calidad de eterno.

Me armo de valor y camino hacia la entrada.
Es tiempo de sumergirse, una vez más, en  ese trauma llamado  "La Ciudad de México".
 Estoy listo, espero. Solo sé que ya  no quiero  escribir más. 

1 comment:

  1. "Todos los hombres poseen por naturaleza el deseo de saber": así abre el estagirita el mejor de sus libros. Saber es conocer, experimentar, disfrutar y padecer, pensar lo percibido, pero sobre todo, querer más... siempre más. Saber es (voluntad de) poder, y al ir adquiriendo paulatinamente sabiduría vital, se va cargando también con una implacable responsabilidad: la responsabilidad de aprender a mirar, de frente y sin apartarse, los terribles ojos de la vacuidad última de las cosas: 'saber' nunca equivale a satisfacer nuestra inagotable sed ('dhukka') de saber. De allí nos viene el constante mal sabor de boca, la astilla entre los dientes que no nos deja masticar, ni en el DF ni en cualquier otra ciudad del mundo. Decía Rumi que todo lo que necesitamos saber sobre el universo está ya contenido en una gota de agua, en un átomo incluso. Ojalá poseyéramos tan fantástica capacidad de aprehensión, sería un don divino en verdad. Pero somos humanos. No hay medicina para la curiosidad.

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